María,
sé el cabezal de todos los enfermos del mundo:
del que en esa hora han perdido el conocimiento y van a morir,
de los que han comenzado la agonía,
de quienes han perdido toda esperanza de curarse,
de los que gritan y lloran de dolor,
de quienes no tienen asistencia por falta de dinero,
de los que quisieran andar y deben permanecer inmóviles,
de quienes deberían acostarse y la miseria les obliga a trabajar,
de quienes en la cama buscan en vano una postura menos dolorosa;
de quienes pasan largas noches sin poder dormir,
de quienes se encuentran torturados por las preocupaciones de una familia necesitada,
de quienes deben renunciar a los más queridos proyectos del futuro,
de aquellos, sobre todo, que no creen en una vida mejor,
de los que se sublevan y maldicen a Dios,
de quienes no saben que Cristo ha sufrido como ellos y por ellos.
María, estar ahí a su lado.
y dales consuelo, amor y cariño.