Estamos acostumbrados a ser escuchados, que no a escuchar.
Nos gusta mucho pedir y recibir, mucho más que dar,
y rara es la vez que damos sin esperar nada a cambio.
¿Y si invertimos los términos?
¿Escuchamos más y hablamos menos?
Estamos acostumbrados a ser escuchados, que no a escuchar.
Nos gusta mucho pedir y recibir, mucho más que dar,
y rara es la vez que damos sin esperar nada a cambio.
¿Y si invertimos los términos?
¿Escuchamos más y hablamos menos?