La Cuaresma es escuchar la palabra poderosa,
para que tu corazón hiera y sacuda,
y una vez renovado, el Espíritu more en él.
La Cuaresma es suplicar por el fuego y por el agua,
para apagar la sed y contra el frío vivo,
que el fuego se convierta en llama airosa
y el agua sea un inagotable río.
La Cuaresma es salir a buscar al hermano
y ponerte a servirlo a continuación,
descubrir, con amor, sus inquietudes,
quizás son las inquietudes de Jesucristo.