Martes, día 26 de octubre

 

Cuidar a los demás es cuidar de nosotros mismos

LECTURA:

Oh capitán, mi capitán

Te invito a un pequeño ejercicio. Párate un momento, acomódate un poco, respira  profundamente y piensa en la gente con la que has trabajado, vivido, estudiado… «bajo su mandato» a lo largo de tu vida.

¿Ya? Bien, de ellos escoge aquellos que más te han gustado y piensa por qué. Ahora, de estos últimos, elige a aquel o aquella que te haya hecho sentir que le importabas. ¿Lo tienes? ¡Perfecto! Por último, busca en tu rostro el efecto que te ha provocado recordar a esa persona. ¿Te ha dibujado una sonrisa?

¡Seguro que sí!

El pasado 12 de junio, en el partido de fútbol Dinamarca-Finlandia, se vivió un hecho trágico: el jugador danés Eriksen cayó al suelo víctima de una parada cardiorrespiratoria. Si revisamos las imágenes podemos ver la conmoción, el miedo y la angustia de los presentes. De entre todos, destaca uno: el capitán del equipo danés, Simon Kjaer. En cuanto esto ocurrió, Kjaer se fue hacia su compañero convaleciente en el suelo y le practicó los auxilios oportunos para evitar que se asfixiara. Una vez vinieron los médicos y pudo dejar a Eriksen en manos de ellos, Kjaer pidió a los compañeros que formaran un círculo alrededor de su compañero, sin agobiarlo, pero tampoco dejándolo expuesto a la vista de todos. Además, en cuanto la esposa del jugador saltó al campo hecha un mar de nervios y lágrimas, Kjaer fue directo a ella para consolarla. Contundente y sereno, Kjaer «se mostró como una 'roca' a la que se aferró Dinamarca cuando Eriksen se hallaba entre la vida y la muerte», dice de él uno de los rotativos.

Si algo hoy es más necesario que nunca en una persona que dirige o coordina un equipo, es su capacidad para cuidar a su gente. Está claro que debe ser eficiente en su trabajo, saber acerca de lo que se trae entre manos, ser resolutivo y conseguir buenos resultados. Pero también debe saber cuidar. Un buen 'capitán' ve en los que tiene a su cargo a personas y no a instrumentos, y descubre en cada uno el talento que lo hace único, motivándole a compartirlo. Un buen jefe hace equipo, aúna esfuerzos, alienta, corrige con ternura, encamina con firmeza, escucha, recula si es necesario, se pone a la cabeza para dar ejemplo y no pierde de vista la retaguardia, no vaya a ser que se le pierda alguien. Y si alguno cae, se acerca, auxilia, consuela y hace creer al equipo que la caída es de todos y que, entre todos, se levantarán.

Hoy todos deberíamos ostentar el título de cuidador en nuestro currículum. Ya no es suficiente que seas máster en tal cosa, licenciado en aquella otra, doctora en tal asunto o experto en no sé qué. Hace falta gente que vele por los otros, que sostenga, que esté pendiente, que sepa ser roca y faro cuando las cosas se ponen difíciles.

En este momento que escribo estas palabras recuerdo las de Jesús: «Padre Santo, guárdalos en tu nombre, a los que me diste, para que sean uno como nosotros. Mientras estaba con ellos, yo los guardaba en tu nombre a los que me diste». Trato de repetirme mucho esta frase cuando me encargan estar al frente de algún equipo. E intento ponerlas en práctica (con mis pobrezas) en nombre de Jesús, que me ha guardado y me guarda siempre, y, sobre todo, en nombre de los que han recorrido mi vida cuidándome, corrigiéndome, apostando por mí y que, aún hoy, dibujan en mi rostro una sonrisa.   (Almudena Colorado)

REFLEXIÓN:

Seguro que si te paras a pensar descubres que hay muchas cosas estupendas de la vida que no agradeces. Personas, situaciones, proyectos que quizás por tenerlos siempre ahí has descuidado un poco.

La vida está llena de posibilidades y de regalos que tenemos que aprovechar. A veces podemos dejar de cuidar y agradecer los mejores regalos de la vida por pararnos y detenernos en dimensiones de la vida menos importantes. Párate a pensar qué partes de la vida tienes que agradecer y sobre las que quizás, últimamente, andas un poco más distraído. Aquellas cosas buenas que por el ritmo frenético en el que vivimos dejamos de lado, aunque nos gustaría poder tener más presentes en nuestro día a día.

VÍDEO: (1´46´´)


IORACIÓN:

Vengo aquí, mi Señor a olvidar las prisas de mi vida.

a encontrarme con tu paz que me serena... Gracias por los nombres de mi vida,

los nombres de quienes me han querido y a quienes yo he amado.

Los nombres de quienes me han hecho sonreír

y aquellos a quienes yo he llevado una sonrisa.

Gracias por esos rostros reales, conocidos, propios, que me aportan vida, sentido, alegría...

Gracias también por los nombres difíciles. Los de aquellos que complican mi vida;

por lo que puedo aprender a través de la dificultad; por lo que puedo ganar en madurez;

por lo que las relaciones difíciles me enseñan sobre mí mismo.

Dame, Señor, gente cercana. Dame gente, nombres, rostros... que pueda llamar míos.


Madre del Divino Pastor: RUEGA POR NOSOTROS.

Beato José Tous: RUEGA POR NOSOTROS.

Hermanas Mártires: RUEGA POR NOSOTROS.